Un cementerio para los guillotinados
La Iglesia de Sainte-Marguerite se situaba entre París y la villa de Charonne, al final del Faubourg Saint-Antoine. Desde la primavera de 1789, además de celebrar misas, fue sede múltiples asambleas políticas destinadas a elegir representantes en los Estados Generales. En este lugar habría supuestamente anunciado el fabricante de papel pintado Jean-Baptiste Réveillon el recorte de salario a sus obreros, una noticia que provocó una enorme protesta a finales del mes de abril: "los disturbios de Réveillon". El cementerio de esta iglesia contiene varios finales trágicos. Aquí fueron enterrados los cuerpos de los condenados a muerte en la guillotina cuando estuvo situada en dos lugares concretos: la Bastilla (del 9 al 14 de junio de 1794) y la plaza del Trono Derribado (hoy Place de la Nation: del 14 de junio al 27 de julio de 1794). Al final se prefirió enterrar a los ejecutados en el cementerio de Picpus.
Localización
ItinerarioIglesia Sainte-Marguerite, calle Saint-Bernard nº36
Sugerencia
El barrio de la Bastilla
La Bastilla
Para saber más…
El misterio de la tumba de Luis XVII
El crucifijo y la lápida no dejan lugar a dudas: aquí fue enterrado el hijo de Luis XVI y María Antonieta, el mismo que habría reinado como Luis XVII. Muchas personas alimentadas por el deseo de ver reinar a los Borbones defendieron que el niño había sobrevivido y que los restos enterrados pertenecían a otro menor; lo que habría permitido esconder la huida del futuro Luis XVII. Dos siglos después, se obtuvo la confirmación de que el niño falleció por una tuberculosis en 1795 dentro de la prisión del Temple, en total soledad y tras un cruel encarcelamiento. No se sabe dónde están enterrados sus restos, a excepción de su corazón: desde 1975 está expuesto en la Basílica de Saint-Denis. Durante el siglo XIX, aquel supuesto lugar de sepultura convirtió a la Iglesia de Sainte-Marguerite en un lugar de peregrinaje para monárquicos.
Un lugar para conmemorar la Contrarrevolución
Las vidrieras contienen múltiples homenajes a la figura del contrarrevolucionario, un mártir siempre presente en cualquier revolución. En ellas se representa una misa del papa Pío VII en 1805 para invocar la expiación de los pecados revolucionarios. También homenajean póstumamente a las 16 carmelitas de Compiègne ejecutadas el 17 de julio de 1794.