La Bastilla

La toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789

Los parisinos ya aborrecían la Bastilla mucho antes de estallar la Revolución. Los habitantes de los arrabales más pobres siempre se sintieron provocados por esta fortaleza. Ya no tanto por su altura, sino su desconcertante y descomunal aspecto. Lo curioso fue que en aquel momento la cárcel estaba de capa caída: el 14 de julio de 1789 los revolucionarios solo liberaron a 7 prisioneros. Esto no es nada comparado con los cientos de prisioneros que se pudrían en otras cárceles parisinas, como Châtelet o la Prison de l'Abbaye. Pese a su decadente actividad, en otros tiempos sí fue una cárcel para numerosos personajes célebres recluidos por sus obras literarias, como Voltaire (en 1717 y en 1726) y el marqués de Sade (desde 1784 hasta el 4 de julio de 1789). También fueron encarcelados incontables vendedores de libros, trabajadores de imprentas o comerciantes que no supieron acatar la censura. La peculiaridad de esta era que el rey podía ordenar el encarcelamiento de cualquier persona sin tener que pasar antes por un juez. Le bastaba con hacer llegar una lettre de cachet (una especie de orden reservada del rey). La Bastilla representaba la arbitrariedad de la realeza y la falta de libertad de expresión. Por este motivo, su asalto se convirtió en un símbolo tan importante.

Localización

Itinerario

Plaza de la Bastille

Sugerencia

El barrio de la Bastilla
Un lugar conmemorativo

Para saber más…

El gran escapista: Latude.

Jean-Henri Masers, caballero de Latude (1725-1805), señalando a la Bastilla

La Bastilla alcanzó tales niveles de desprecio que cualquier persona que conseguía escaparse de ella se convertía en un mártir o en un héroe para el pueblo. El campeón indiscutible en el arte de la evasión carcelaria fue Jean-Henri Masers, conocido como el "caballero de Latude". Estuvo encarcelado durante 35 años en la Bastilla por varios complots fracasados ¡y fue capaz de fugarse varias veces de la prisión! Se volvió famoso unas pocas semanas después de la Toma de la Bastilla. El conocido pintor Antoine Vestier expuso su retrato en el Salón de París (una famosa exposición de arte celebrada en el Louvre). En la pintura se puede ver a Latude señalando a la Bastilla mientras estaba siendo demolida. Tuvo un éxito enorme.

Los turistas visitan la Bastilla

Demolición de la Bastilla

Las tareas de demolición de la Bastilla duraron un año y medio. Durante ese tiempo, la fortaleza tuvo a la vez aspecto de obra y museo al aire libre. Las ruinas de la prisión eran el vivo retrato del triunfo de la Revolución sobre el despotismo. Fueron visitadas por personas de todos los rincones de Francia, Europa y Norteamérica. El responsable de las tareas de demolición, Pierre-François Palloy, llegó incluso a proponer visitas guiadas de pago. Cuando los visitantes se adentraron en sus pasillos y calabozos pudieron por fin contemplar la cara oculta de la ostentosa monarquía absoluta.

Bailes sobre las ruinas de la tiranía

¡Aquí se baila!, rezaba una pancarta que vaticinaba los colores alegres y festivos de los tiempos venideros. El 18 de julio de 1790 (un año después de la Toma de la Bastilla) se celebró un gran baile sobre las ruinas de la fortaleza. Con motivo de la ocasión, se plantaron numerosos árboles. Los muros que aún seguían en pie fueron decorados con escudos que contenían los nombres de los 83 departamentos franceses de la época. También se adornó con luces una gigantesca estructura de madera y fue decorada con cintas y escarapelas de la bandera tricolor francesa. Bailar en el mismo lugar que el rey utilizaba para encarcelar gente hizo que los parisinos reafirmaran el éxito de la Revolución. Aquellos que no quisieron bailar, tuvieron la oportunidad de hacer visitas nocturnas a la fortaleza.

Vista de la decoración e iluminación realizada en el emplazamiento de la Bastilla para celebrar el día de la Confederación francesa, el 14 de julio de 1790
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