La estatua de la Libertad: un origen revolucionario
En el siglo XVIII, el obelisco de Concorde no estaba en la plaza. En su lugar había una gran estatua ecuestre de Luis XV. Tras la caída de la monarquía el 11 de agosto de 1792, la estatua fue derribada y fundida. El pedestal permaneció vacío durante un año. El 10 de agosto de 1793, con motivo de la grandiosa Fête de la Réunion, se inauguró una estatua de la Libertad obra del escultor François-Frédéric Lemot. Portaba un gorro en la cabeza, una toga como se hacía en el mundo antiguo e iba armada con una pica.
Una República con cara de mujer... pero sin contar con ellas
A finales del siglo XIX, la República francesa empezó a ser representada alegóricamente por una mujer llamada Marianne. Esta tradición tiene su origen en la Revolución. Francia declaró la República en septiembre de 1792 y los diputados acordaron que el nuevo emblema del país sería una figura de la Libertad. La representación artística más antigua que conocemos data de abril de 1793, es una obra de Jean-Baptiste Wicar que estaba colgada en la fachada de la antigua legación francesa en Florencia. Esta representación fue cuanto menos paradójica en Francia: la misma República que negaba el voto a las mujeres se servía de una figura femenina, con ropajes clásicos, para darse publicidad.