Las catacumbas de Paris

El subsuelo de esta plaza en 1789 parecía un queso de Gruyer, pues llevaba extrayéndose la piedra caliza para construir las casas de París desde el siglo XIII. A finales del siglo XVIII y por motivos sanitarios, los huesos del cementerio des Innocents fueron trasladados a las antiguas minas de la Tombe-Issoire y amontonados al aire libre, muy cerca de les Halles. El 7 de abril de 1786 se bendijo el subsuelo para que pudiera albergar restos mortales de humanos, para que estuvieran lo más lejos posible de los vivos. Durante la Revolución francesa, se trajeron los restos de otros muchos cementerios que se amontonaban poco a poco por las noches (para no herir sensibilidades). Al principio, los huesos simplemente se arrojaban a unos pozos. Posteriormente, los operarios de las minas excavaron túneles y que concedieron al lugar el aspecto que conocemos en la actualidad.

Osario, Catacumbas

Para saber más…

Cuando París no quiso ver más a sus muertos

Placa conmemorativa en honor a los muertos del cementerio de Saint-Landry

El 18 de junio de 1792 se exhumaron todos los restos que descansaban el cementerio de la Iglesia de Saint-Landry en Île de la Cité y fueron depositados en las Catacumbas. Los revolucionarios, irónicamente, mantuvieron la misma política del Antiguo Régimen alejando los muertos de la ciudad. El osario no era reciente, de hecho existía desde hace tiempo en París. Lo novedoso fue el hecho de estar bajo tierra. La relación con la muerte cambió a finales del siglo XVIII y los parisinos se distanciaron de las tradiciones de la Iglesia católica (ya no necesitaban vivir cerca de sus difuntos). La Iglesia de Saint-Landry cerró, después fue expropiada y finalmente se utilizó como taller de tintura. Cuando terminó la Revolución francesa la iglesia no volvió a rendir culto a la religión y fue demolida durante la Restauración en 1829.

Sepultar a los muertos de la Revolución

Placa en honor a los caídos durante el motín de Réveillon, 27-28 abril 1788

Las Catacumbas albergaron innumerables cadáveres de hombres y mujeres fallecidos durante la Revolución francesa (incluso después). Probablemente encontremos aquí huesos de todos los cementerios, lo cual quiere decir que podríamos estar ante: los manifestantes del Faubourg Saint-Antoine que en 1789 protestaron por la bajada de sueldos, o ante las víctimas de las Masacres de septiembre de 1792, o bien ante unos cuantos guillotinados. El cambio de sepultura del mundo exterior a la total oscuridad de las antiguas minas tiene su explicación. Ña monarquía absoluta y la Revolución francesa estuvieron de acuerdo en ocultar una verdad muy incómoda: la Revolución supuso también una guerra civil.

¿Un lugar para conmemorar la Revolución?

En 1809 las Catacumbas fueron abiertas al público, pero únicamente con cita previa. Se llevaron a cabo diversas obras dentro de las catacumbas y los obreros apilaron los huesos en las paredes de las galerías como acostumbraban a hacer con los ladrillos en los muros. El recién llegado director, Louis-Étienne Héricart de Thury, supo satisfacer las peticiones de las familias de las víctimas de la Revolución: "Recibimos muchas solicitudes de familias que quieren visitar las cenizas de sus difuntos que han sido trasladadas desde varios cementerios de París. También hay algunas que nos piden visitar las tumbas de los fallecidos en las masacres del 2 y 3 de septiembre [de 1792]", apuntó el director. Héricart de Thury era ya conocido desde antes de la Revolución francesa por sus puestas en escena. Sus obras continuaron a atraer visitas incluso del extranjero. Visitaron el lugar el conde de Artois (hermano de Luis XVI) y el emperador de Austria (Francisco I) en 1787 y 1814, respectivamente.

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