El Temple: la última cárcel

El torreón del Temple

Al igual que ocurrió con la mayor parte de los bienes de la Iglesia, el terreno del Temple fue expropiado durante la Revolución. También fue el caso del lujoso Hôtel du Grand Prieur perteneciente al conde de Artois (hermano del rey) y del resto de Hôtels Particuliers de la zona. El conde de Artois partió al exilio el verano de 1789 por estar en desacuerdo la Revolución. En agosto de 1792, la familia real francesa quedó recluida en la torre del Temple. La prisión del Temple, como también se conocía, se convirtió en un lugar de peregrinaje para monárquicos.

Para saber más…

¿Fue una cárcel corriente?

La familia real fue encarcelada en el Temple el 13 de agosto de 1792, dos días después de la caída de la monarquía. Sin embargo, ¡el Temple no era un lugar adaptado para prisioneros de tal calibre! Palloy, aquel empresario que inició la demolición de la Bastilla, recibió entonces el encargo de construir un muro alrededor de la prisión. Los primeros días, Luis XVI y su familia fueron encarcelados en una de las torres más bajas, concretamente en las dependencias de Barthélémy (el secretario y archivista de la orden del Temple). Más adelante, la familia Borbón fue conducida hasta la gran torre y en septiembre de 1792, Luis XVI fue separado de su familia para aislarlo antes de su proceso. Ni que decir tiene que el trato que recibieron estos prisioneros ¡fue mucho mejor que el recibido por cualquier otro condenado en París! Pese a todo, este trato favorable no duró mucho tiempo: en lugar de seguir llamándole Luis XVI, los revolucionarios empezaron a dirigirse a él usando su apellido: Luis “Capeto". Con esto, el rey dejó de ser todavía más aquel omnipotente soberano que podía haber sido tan solo tres años atrás.

La muerte del futuro Luis XVII

Retrato del delfín, futuro Luis XVII en 1793

El hijo menor de Luis XVI y María Antonieta, Louis-Charles de France, murió en el Temple el 8 de junio de 1795 a la edad de diez años como consecuencia de una enfermedad. Este joven habría reinado como Luis XVII de no haber sido por la Revolución francesa. Fue trasladado al Temple con su familia en agosto de 1792 y fue primeramente recluido con su padre y posteriormente con su madre (en pisos diferentes). En el verano de 1793, María Antonieta fue trasladada a la prisión de la Conciergerie para iniciar su procesamiento y el niño fue custodiado varios meses por el zapatero Antonie Simon, quien recibió la tarea de hacer de él un pequeño sans-culotte ejemplar. El niño terminó enfermando, fue abandonado a su suerte en el calabozo y murió el 8 de junio de 1795. Los revolucionarios más radicales no mostraron piedad con el niño, pues lo consideraban también un preso político. Estos republicanos esperaron pacientemente a que se extinguiera con el niño la más mínima posibilidad de un posible retorno de la monarquía. Las incógnitas y el secretismo que envolvió la muerte del delfín dieron pie a los monárquicos a difundir rumores sobre la supervivencia del niño y tratar de levantar los ánimos.

Un lugar histórico olvidado

En el año 1808, Napoleón Bonaparte ordenó demoler la torre para evitar que se convirtiera en un lugar de peregrinaje para los nostálgicos de la familia Borbón. No se ha conservado nada de la estructura hasta nuestros días, pero los objetos, imágenes y relatos del encarcelamiento que sufrió la familia real y la agonía del joven delfín se convirtieron no obstante en reliquias mentales para los monárquicos.

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