La Asamblea de París
A partir de 1789, las sesiones de la Asamblea se celebraron a puerta abierta. Cualquier hombre o mujer (tuviera o no derecho a voto) podía acudir a la salle du Manège para presenciar los debates que ocurrían en las tribunas. Las visitas solían estar a favor de los diputados sentados en lazo izquierdo de la Asamblea (el más radical). Los diputados que se sentaban a la derecha debían siempre andarse con cuidado. Al empezar a cobrarse la entrada se logró filtrar un poco mejor quién accedía a la sala, no obstante, era común ver a grupos de personas leer peticiones en la Asamblea o celebrar los días festivos.
Hoy día la terraza des Feuillants es un lugar donde dar un paseo. En tiempos de la Revolución francesa el ambiente era muy diferente. El rey y la corte estuvieron en las Tullerías hasta agosto de 1792 y el barrio entonces se plagó de ministerios. La Asamblea Nacional, por su parte, se estableció en la salle du Manège (muy cerca de allí). También se instalaron por la zona varios clubs políticos, periodistas y diputados. A lo largo de aquella terraza podían cruzarse representantes del pueblo, ministros, empleados, periodistas, vendedores ambulantes y ciudadanos corrientes interesados en política.
Localización
ItinerarioTerrasse des Feuillants, Tuileries, frente al número 230 de la calle Rivoli
Sugerencia
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Para saber más…
Unas leyes para cambiar el mundo
La salle du Manège era impresionante. Fue construida en 1720 para que Luis XV aprendiera a montar a caballo y medía ¡9 metros de alto, 14 metros de ancho y 51 metros de largo! Al principio, la Asamblea Nacional se había establecido en el arzobispado cerca de Notre Dame, pero luego celebró sus reuniones en la salle du Manège desde el 9 de noviembre de 1789 hasta el 9 de mayo de 1793. Allí se inventaron las costumbres parlamentarias francesas y la República dio sus primeros pasos. El 10 de mayo de 1793, los diputados se trasladaron al gran salón de recepciones de las Tullerías, condicionado para tal efecto. La salle du Manège fue demolida en 1802 cuando se tuvo que abrir paso a la rue de Rivoli. Entre sus muros, los revolucionarios lograron transformar su sueño en realidad: cambiar el mundo gracias a unas leyes igualitarias.
El beso de Lamourette
El 7 de julio de 1792 ocurrió un suceso curioso en la salle du Manège. Lamourette, obispo de Lyon y diputado, propuso que los presentes en la Asamblea se besaran en signo de paz. Aquello pasó a la historia como "el beso de Lamourette". Tras este acontecimiento, Lamourette intentó venderse como el reconciliador de la Asamblea en un momento en el que no se tenía siquiera claro aún el destino del rey. Muchos se dieron cuenta de que aquel beso (plasmado rápidamente en estampas) fue una estrategia publicitaria de Lamourette para tratar de vender un apaciguamiento de la situación. De hecho, la monarquía cayó tan solo pocas semanas más tarde.
La ley del Máximum general
La Comuna de París fijó, a partir de 1792, el precio de los alimentos de primera necesidad en los mercadillos de París. El 4 de mayo de 1793, los diputados fijaron el coste del pan a nivel nacional. El 29 de septiembre del mismo año se aprobó la ley del Máximum general. Los sans-culottes presionaron para que se limitara el precio de un total de 39 productos de primera necesidad, entre los que estaban la carne, la mantequilla, el vino, la madera, el aceite, el acero, la lana y el tabaco. También se limitaron los salarios: los legisladores opinaban que la existencia de grandes desigualdades era una amenaza para supervivencia de la República.
4 de febrero de 1794: la abolición de la esclavitud
El 4 de febrero de 1794 la Convención Nacional aprobó una de las primeras leyes abolicionistas de la historia. Las colonias como Saint-Domingue en las Antillas francesas eran ricas productoras de azúcar, un producto muy solicitado en Europa. Allí trabajaban en condiciones deplorables alrededor de 500.000 esclavos capturados en África. Tras promulgar la ley, los republicanos franceses se apresuraron a decir que su revolución era mucho mejor que las otras, aunque no era totalmente cierto. En primer lugar, algunos estados norteamericanos ya habían abolido la esclavitud antes. Segundo, los diputados franceses llegaron como se suele decir "a mesa puesta", ya que la esclavitud ya había sido suprimida seis meses antes en buena parte de la isla para apaciguar las revueltas de esclavos y reclutar soldados que lucharan contra Inglaterra. Los verdaderos padres de la abolición de la esclavitud fueron los propios esclavos y no necesitaron discursos.
Cuando el pueblo pidió cuentas a los diputados
La sala de la Asamblea fue invadida varias veces durante la Revolución francesa. Primero fueron las mujeres de los arrabales parisinos quienes la ocuparon el 5 de octubre de 1789. Su estrategia tuvo éxito y consiguieron que el rey redujera el precio del pan, aceptara la Declaración de los Derechos del Hombre y que trasladara su corte desde Versalles hasta París. El 31 de mayo y el 2 de junio de 1793 los sans-culottes entraron en la Convención Nacional para exigir que los diputados Girondinos fueran excluidos. El 5 de septiembre de 1793 un grupo de sublevados irrumpió para exigir más medidas sociales a los Montañeses, que estaban sentados más a la izquierda. Por último, el 1 de abril y el 20 de mayo de 1795, los insurgentes irrumpieron en la Convención para que se aplicara la constitución democrática y social de 1793 y pedir que se fijara el precio máximo del pan. La cabeza del diputado Féraud presente aquel día terminó clavada en una pica. Para algunos, aquellos actos hicieron patente tanto el salvajismo del pueblo como las carencias del régimen.
La locura de Théroigne de Méricourt
El 13 de mayo de 1793, la revolucionaria liejense Théroigne de Méricourt sufrió en sus carnes la cólera de un grupo de mujeres radicales frente a la salle du Manège. La acusaron de apoyar a la monarquía, el altercado acabó degenerando y Théroigne de Méricourt fue desnudada y después azotada (en las nalgas) públicamente. El diputado y periodista Jean-Paul Marat puso fin a la agresión, aunque ella nunca se recuperaría de lo ocurrido. La locura se apoderó de Théroigne de Méricourt y murió en 1817 en el hospital de la Salpêtrière de París.