Las comerciantes de la Halle de Paris
Es difícil hacerse hoy a la idea de lo animado que era el ambiente de este barrio durante la Revolución francesa. En la Halle de París (o el mercado de París) podía encontrarse de todo: trigo, carne, pescado y verduras que llegaban de todos los rincones del reino. Los mercados se ordenaban por productos: en el mercado de trigo (recién estrenado en 1789) el grano se vendía (en verano) dos veces a la semana (miércoles y sábados, de 08:00 a 17:00). Había muchas mujeres trabajando en el mercado vigiladas siempre por la policía. Eran tiempos de escasez, el pueblo no satisfacía su hambre y el clima social de los mercadillos se tenía en cuenta como asunto político prioritario.
Localización
ItinerarioJardín de las Halles: Bourse de Commerce, del lado del jardín de la calle Viarmes
Sugerencia
El barrio de l'Ile de la Cité y de la Conciergerie
El Palais de la Cité y la Conciergerie
Para saber más…
Las Mujeres de la Halle, una poderosa asociación con Reine Audu al mando
La Halle de París fue el templo de las Mujeres de la Halle: un gremio formado por vendedoras de pescado, cereales y verduras que trabajaban en el corazón de la capital. Aquellas mujeres no tenían pelos en la lengua (se lo ganaron a pulso) y sabían que la gente confiaba en ellas para reducir el precio de productos de primera necesidad como el pan. Su líder, Reine Audu, fue una persona muy considerada en el reino y recibió incluso invitación oficial para asistir en Versalles a los nacimientos de la familia real.
Las jornadas de octubre de 1789: volantazo a la Revolución francesa
Las jornadas de octubre de 1789 son menos conocidas que la Toma de la Bastilla y pocos saben que fue el acontecimiento que desencadenó la Revolución. El 5 de octubre de 1789, las Mujeres de la Halle marcharon hacia Versalles para pedirle al rey que bajara el precio del pan. Al llegar, no dudaron en apretar a unos cuantos diputados y hasta ocupar la sala de la Asamblea Nacional. Casi sin esperárselo, consiguieron no solo reducir el coste del pan, sino también dar el pistoletazo de salida a la Revolución. El rey también cedió a sus otras peticiones y firmó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (incluso los primeros artículos de la Constitución que ponían en tela de juicio su poder). Finalmente, accedió a trasladar toda su corte a París.
