Las piedras de la Bastilla: fragmentos de la historia

La noche del 14 de julio, Pierre-François Palloy envió en secreto (ilegalmente) unos cuantos obreros a la Bastilla para comenzar la demolición antes que nadie. Año y medio más tarde ya no quedaría casi nada de la estructura. En 1899, cuando se excavaron los túneles del metro de París, los obreros se toparon con un sorprendente hallazgo. Encontraron los cimientos de una de las ocho torres de la Bastilla: la torre de la Libertad. Fue imposible no dar importancia a tal descubrimiento, ya que eran raros los restos de la Bastilla que aparecieron. Las piedras se amontonaron cerca del lugar, en la plaza Henri-Galli.

Plazoleta Henri Galli

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Pierre-François Palloy llamado el Patriota (1755-1835), contratista a cargo de la demolición de la Bastilla, en atavío de la Guardia Nacional

Siempre hay alguien que sabe sacar partido hasta a una revolución. En este sentido, Pierre-François Palloy (1755-1835) fue el máximo exponente en la materia. Aquella misma noche del 14 de julio de 1789, este constructor decidió enviar a sus operarios a la Bastilla para comenzar su demolición sin haber obtenido autorización oficial alguna. El descaro de Palloy y sus buenos contactos le permitieron hacer realidad sus planes: las autoridades de París terminaron por dar el visto bueno a la obra y se convirtió en una de las personas más famosas de su tiempo. Abrió incluso una tienda de recuerdos en la obra donde vendió medallas, fragmentos de piedras de la Bastilla ¡y cualquier objeto del que pudiera sacar dinero!

Objetos de colección

Trozo de piedra de la Bastilla con un sello de cera, ofrecido por Hulin, capitán de la Guardia Nacional, a Luis XVI

Las piedras de la Bastilla se volvieron muy pronto objetos de colección. Mucha gente las conservó como prueba de su participación en la Toma de la Bastilla. Pierre-Augustin Hulin, uno de los primeros en subir a lo alto de las torres, donó un fragmento de piedra a Luis XVI para mostrarle que el asalto a la prisión no era un ataque hacia su persona, sino una acción en nombre de lo que un buen rey debía de hacer. La mayor parte de las piedras se reutilizaron para construir casas o puentes en París, otras se acabaron vendiendo o exponiendo. El comercio de este tipo de fragmentos históricos ya reflejaba, 200 años antes del negocio con los pedazos del muro de Berlín, la voluntad de la ciudadanía de sentirse parte de un hecho histórico incluso desde la distancia.

Los obreros de Palloy esculpieron también centenares de pequeños modelos de la fortaleza sirviéndose de estas piedras. Dichos modelos de la Bastilla se sacaban a paseo en las fiestas revolucionarias, como se hace con las reliquias religiosas de las procesiones. ¡Como si una piedra fuera capaz de transmitir el espíritu de la Revolución!

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