La Capilla expiatoria: un lugar de memoria
En 1815, el hermano pequeño del rey Luis XVI ascendió al trono y gobernó como Luis XVIII. Este nuevo rey quiso aliviar el desconsuelo de las familias damnificadas por la Revolución. También quería que fueran perdonados los pecados cometidos durante este periodo. Sobre el antiguo cementerio de la Madeleine, mandó construir un monumento expiatorio dispuesto alrededor de una capilla. Aquí fue donde se enterraron tras ser guillotinados Luis XVI, María Antonieta, Olympe de Gouges, Madame Roland, el duque de Orleans (llamado Felipe Igualdad), Madame du Barry, Charlotte Corday y un sinfín de desconocidos. La primera piedra de la capilla se colocó en 1815, pero la obra no terminó hasta 1826 (once años después). Era un lugar de homenaje puramente monárquico, por lo que la República lo consideró como sitio peligroso. Durante el siglo XIX se barajó varias veces la posibilidad de acabar con ella.
Localización
ItinerarioCalle Pasquier nº29
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De cementerio a lugar de homenaje
A finales del siglo XVIII muchas familias trataron de averiguar dónde habían sido enterrados los guillotinados de la Revolución. Un vecino del cementerio de la Madeleine, Pierre-Louis-Olivier Desclozeaux, compró el terreno en 1796 y empezó a conocerse estos lugares de sepultura. Este hombre elaboró una lista de los enterrados. Los planos del cementerio de la Madeleine permitieron en el siglo XIX imaginar el aspecto que tenía el lugar durante el reino del Terror.
Los osarios de la capilla inferior
Luis XVIII siempre dijo que la Capilla Expiatoria debía destinarse al culto religioso y a honrar la memoria de Luis XVI y María Antonieta. En la capilla inferior, el altar indica el lugar donde durante un tiempo descansaron los restos del rey. Fueron trasladados en 1815 (junto a los de María Antonieta) a la necrópolis real de Saint-Denis. El lugar también terminó homenajeando de manera más general a todos los fallecidos de la Revolución. Se construyeron sobre unas estructuras de madera cuatro osarios de 2,40 m de altura y de 3 m de profundidad para ser dispuestos detrás de la pared. Buena parte de los restos usados eran de los guillotinados enterrados en el cementerio. Estos osarios no son visibles a simple vista, pero concuerdan con el propósito de Luis XVIII: honrar a los fallecidos y borrar el rastro de la Revolución.
¡Un lugar con tensiones políticas!
En el siglo XIX la Capilla Expiatoria se consideraba un lugar de peregrinaje monárquico. Muchos republicanos ansiaban su desaparición. Durante la insurrección de la Comuna de París (1871), el Comité de Salvación Pública aprobó un decreto que ordenaba su demolición.