En esta plaza ocurrió uno de los accidentes industriales más graves de la historia de Francia. El Castillo de Grenelle, expropiado por el Estado, fue destinado a la fabricación de pólvora para fusiles y cañones. Se hizo con rapidez, pues, la guerra estaba al acecho: desde la primavera de 1793, la República francesa recibió ataques de casi todo el continente. El 29 de enero de 1794 se mandó reconvertir en el castillo en polvorín en un tiempo récord. Dos meses más tarde ya estaba operativo sin haberse terminado las obras. En pocas semanas, el 30% de la pólvora nacional empezó a producirse en este lugar. Allí trabajaban más de 1000 obreros, casi el mismo número de víctimas que produjo una explosión a las 7 de la mañana un 31 de agosto de 1794 que se pudo escuchar desde las ciudades de Versalles y Gonesse.
A partir de 1792 Francia fue amenazada por los países que la rodeaban: había que ir a la guerra. Toda la población fue movilizada para defender a la patria en peligro y París se comportó como una ciudad en guerra en la que se fabricaban rápidamente armas y pólvora a partir de salitre.