En 8 de junio de 1794 los franceses celebraron la fiesta del Ser Supremo en París. Robespierre estaba convencido de que el pueblo solamente se uniría si se todos asentaban en una misma religión civilizada. En el Champ-de-Mars cambió de nombre a Champ de la Réunion, y el Altar de la Libertad fue sustituido por una enorme montaña. En la cima se plantó el árbol de la Libertad. Los diputados ascendían por la montaña entonando cánticos al Ser Supremo.
¿Fue la montaña un símbolo revolucionario? Aunque ha caído en el olvido, en la época fue tan popular como la escarapela o el gorro frigio. Para los revolucionarios, la montaña significaba la vuelta a la libertad y al derecho natural. Suponía también, en sentido figurado, el volcán desde el que emanaba la energía colectiva de la Revolución. Después de la Fête de la Fédération de 1790 se plantaron Árboles de la Libertad en varios montículos de tierra. Poco tiempo después hubo árboles en todas las fiestas, se hicieron grabados y se dedicaron iglesias seglares al culto de la Razón. En 1793, la bancada republicana más radical de la Asamblea (partidaria de un régimen democrático y social) recibió el sobrenombre de "la Montaña" y sus integrantes, "montañeses".