Cuando empezó la Revolución francesa, la sociedad dio un vuelco absoluto. Dejó de tenerse en cuenta el prestigio con el que se nacía y se valoró a cada persona por lo que podía aportar a la sociedad. Los nobles y la gente sin ocupación pasaron a ser vistos como unos aprovechados. Los obreros, artesanos y campesinos (que siempre habían sido despreciados) se convirtieron en ciudadanos ejemplares. Su trabajo les valió un reconocimiento por ser los de mayor utilidad. Y a pesar de todo, ni los más pobres ni las mujeres tenían derecho a votar.
A primera vista esta casa no tiene nada de extraordinario, pero si observamos la barandilla de hierro del balcón podremos leer "1792" y las letras "AMLB". El portón es también de la época. Este edificio fue construido por un arquitecto llamado Signy para el ebanista Antoine Migeon. Aquel artesano forjó las iniciales del propietario y de su mujer, Louise Boutillier, para que pudieran presumir ante los pasantes del éxito de su familia.
