Revolución y fe

¡Algunos sans-culottes creían a pies juntillas! Es preciso hablar de unos extraños sucesos que ocurrieron en esta iglesia en el siglo XVIII. Se dio, por ejemplo, el caso de unas mujeres que experimentaban convulsiones cuando se reunían por la noche en torno a la tumba del abate Pâris. Este clérigo era conocido en vida por ser seguidor del jansenismo, un movimiento religioso que perseguía la reforma de la Iglesia católica. Al parecer, el abate se aparecía ante sus fieles para obrar milagros. Los "convulsionarios" eran vistos como alborotadores del orden público. El cementerio terminó cerrándose en 1732, aunque las autoridades siguieron sin fiarse de los habitantes del barrio durante la Revolución. Pasados los años y al llegar la Revolución, el recuerdo de los convulsionarios aún no había desaparecido: muchos sans-culottes vecinos de la iglesia alegaban que la Revolución era la voluntad de Dios. Estos sans-culottes se oponían a la política antirreligiosa de la Revolución, por lo que se vieron a sí mismos como creyentes despojados su Iglesia que debían prepararse para el día del juicio final.

Localización

Itinerario

Iglesia saint Médard, calle Mouffetard nº141

Sugerencia

El barrio del Panthéon
Sans-culottes ejemplares

Para saber más…

París, capital de las videntes

Profetisa consultada acerca de la Revolución de 1789

En la época, había gente convencida de que la Revolución sería la antesala del fin de los tiempos. Aquel París revolucionario fue también la capital de las videntes y pitonisas. Una tal Suzette Labrousse escribió innumerables cartas a los políticos para convencerles de que tenían que enviarla a Roma, pues decía ser capaz de convencer al papa Pío VI para diera su apoyo a la Revolución. Catherine Théot vaticinó por su parte que el Panteón abriría el reinado de Jesús: "la nueva Iglesia de Sainte Geneviève rezará por Él hasta que Dios venga a su Reino". Catherine Théot, convencida de ser la "madre de Dios", prometió la inmortalidad a los mejores revolucionarios. También aseguró que Robespierre representaba la llegada del Mesías. La montaña de Sainte-Geneviève (que no está lejos del Panteón) congregó a miles de fieles de este tipo encantados de haber encontrado el sentido a la vorágine que les supuso vivir la Revolución.

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